jueves, 4 de septiembre de 2008

salsa de cacahuete maculi

Esta receta es de mi compañero de blog. Sencillamente, cuando abres una lata de leche de coco tienes que gastarlo en dos días y no quería que se me pusiera mala, así que el señor Maculi se inventa salsas que siempre van muy bien para acompañar cualquier plato. Más fácil no puede ser y además todo a ojo, como le gusta hacer al doctor Maligno.

Ingredientes:
- Leche o crema de coco (producto de Tailandia que venden en cualquier tienduca de productos asiáticos)
- Crema o mantequilla de cacahuete (producto de origen precolombino al que se han abrazado los norteamericanos con fervor y que ahora se vende en cualquier tienduca de productos ecológicos)
- Salsa o salsa de soja (producto de origen chino al que nos hemos abrazado en occidente por darle un sabor exótico a nuestra cocina y que podemos encontrar en cualquier tienduca)

Elaboración:
Se ponen dos cucharadas de cada cosa en un cazo y se calienta al fuego hasta que se mezclen bien los ingredientes. Es cosa de ir probando y añadir lo que crees que le falta, esperar cinco minutos y está listo para servir.

Experiencias:
Mi crema de cacahuete es muy pastosa y deja grumos pero si te empeñas al final se deshacen. A lo mejor debería probar a tenerla fuera del frigo para que no se cristalice el aceite. Ayer le puse la sala a unas pechugas de pollo que se habían bañado en leche unos quince minutos y que luego rebocé con harina de maiz, antes de freirlas en dos dedos de aceite caliente. Les iba estupenda.

3 comentarios:

Neikos dijo...

Cómo es eso? Pollo+harina y a freir?

Y los filetes eran ya filetes finos?

elena dijo...

Mi pollera de toda la vida (de toda la vida que llevo yo aquí en el Realejo) me cortó las pechugas a filetes finos. Yo las bañé un rato en leche y luego les eché sal, las pasé por huevo y después por la harina de maiz. Luego las freí, que esto parece una canción infantil.

Neikos dijo...

Jeje, yo siempre las paso por harina de maiz, huevo, y pan rallado. Aprovechando que mi prima anda por esas tierras diré que era lo único que se comía de pequeña sin protestar.