martes, 2 de septiembre de 2008

Falafel

Como siempre, y para dejar claro que la idea de esto no es ser original, pues vamos con una historia que ya os tendríais que saber de memoria. Y no por buena e interesante, sino porque de mí solo quereis una cosa: que os haga falafeles.

Cuenta la leyenda que antes de los tiempos bíblicos, en un rincón de la India que llamaremos Serendip cuya memoria se confunde con la imaginación, gobernaban tres sabios príncipes.

Los tres príncipes tenían gran fama entre el pueblo al que gobernaban de manera justa y buena. Como todos los gobernantes. Su buena fama, sin embargo, no se debía a su buen gobierno, sino a su habilidad para resolver enigmas a través de increíbles casualidades.

Ha querido el azar que de todo esto tan solo nos haya llegado un par de buenas fábulas. Cuenta la leyenda que una mañana como esta, cuando se dirigían camino a Kandahar, se encontraron con un paisano. Hablaron del tiempo, del precio del pescado y de recetas de cocina. Al cabo del rato, uno de los príncipes dijo -muy como en comienzo de El nombre de la rosa-: Por aquí ha pasado un camello tuerto del ojo derecho.

El paisano se quedó intrigado ¿Cómo pudo averiguar algo semejante?

La expliación era sencilla. Había observado que la hierba de la parte derecha del camino, la que daba al río, y por tanto la más atractiva, estaba intacta. Mientras, la de la parte izquierda, la que daba al monte y estaba más seca, estaba consumida. El camello por lo tanto, no veía la hierba del río.

El caso es que, cuando llegaron a Kandahar, habían perdido casi todas las provisiones. Solo les quedaban unos puñados de garbanzos, pero astutamente apañaron una comida muy maja que gustó a niños y mayores. Cuando les preguntaron por el nombre, dijeron que se llamaba Falafel, palabra que proviene del sánscrito: Fala, hablar y Fel, bien. Porque cualquiera que lo probase, hablaría bien de ellos.

Receta:
1) Los garbanzos se ponen en agua 24 horas y luego se pasan por la batidora (que como siempre debe ser buena, y si es Braun 600W, mejor). El paso de batirlo todo puede llegar a costar, pero paciencia y poco a poco.

2) Al mogollón se le añaden, según el día: cilantro, cominos (que creo que no debería llevar pero me da igual), algún diente de ajo, zumo de limón (le da sabor riqui) y cebolla. Todo, de nuevo por la batidora.

La cebolla y el limón (sobre todo si son de Kandahar) le queda bastante bien porque los hace menos secos y más fresquis. Si la masa está muy líquida por el limón, siempre se le puede añadir un poco de harina para espesar. Luego se hacen bolillas, y ale, a freir en oliva virgen.

A veces les he puesto zanahoria cruda (todo por la batidora), pero no da mucho sabor.

Lo más importante es que los garbanzos deben estar crudos (pero con 24 horas en agua). A algún listillo seguro que se le ha pasado por la cabeza agarrar un bote de garbanzos cocidos y hacer los falafeles con esto. Pero no, si lo hacéis solo conseguiréis que la masa se os deshaga en la sartén... os lo digo yo que también traté de ser espabilado.

2 comentarios:

elena dijo...

Ayer vi en la Filmoteca una película que se llama "Falafel" y salía un señor falafalero en Beirut que estaba obsesionado con tan rico alimento. El falafel saltarín, con el que da suerte a sus clientes; lluvia de falafeles para los momentos de duda existencial; el ataque a unos astronautas de la NASA en misión espacial por un falafelasteroide. Genial!

Neikos dijo...

Vaya, la echaron aquí pero me la perdí... yo tb conocí a un libanés con el culo luminoso. Era muy feliz con su culo luminoso...

http://es.youtube.com/watch?v=Il7Khs4BIcs