lunes, 10 de noviembre de 2008

lasaña con restos

Creo que ya lo he dicho por aquí pero lo repito "por si acas". A mi, lo de aprovechar los alimentos que están a punto de morir en la nevera es una cosa que me da mucha alegría y me deja un buen humor para el resto del día que a algunos les parece sorprendente. Los restos son una cosa que siempre hacen bulto en la nevera o en los armarios de la cocina y que parece que estás guardando para nada. Nada, nada. Nada más lejos de la realidad. Muchas veces te salvan la vida, la vida gastronómica. Ese paquete de arroz al que no le queda ni un puñado para alegrar unas lentejas; ese culín de sopa que te entona en una fría madrugada; ese pimiento morrón abandonado en una lata en el frigo que colorea una triste tortilla francesa. Hay gente (algunos de mi familia) que no soportan los restos pero a mí me encantan. Además hay una máxima en mi cocina (qué eufemismo, lo de la cocina) que me gusta cumplir a rajatabla: LA COMIDA NO SE TIRA. Con la comida siempre se puede hacer un apaño, lo último es tirarla.

Ayer se me ocurrió hacer lasaña, que hacía mucho tiempo que no cocinaba. Más que nada porque en verano le tengo alergia al horno, pues aunque sea pequeñico desprende unas calorías que hasta se quejan los armarios, y en verano ya sudamos bastante. Así que lo tenía abandonado desde hace meses. Después de imaginarme la lasaña gratinada saliendo del horno -mientras mis jugos gástricos saltaban de alegría- me di cuenta de que sólo me quedaban dos placas por un lado y cuatro por otro, cada una de su padre y de su madre, y dos invitados en camino para comer. Sin embargo siempre hay sitio para el ingenio en esta minicocina y al final me salió un plato muy apañao. Que se lo pregunten a los dos barbudos fatigados que se la metieron entre pecho y espalda.


Ingredientes:
- Placas de lasaña (de distintos colores y procedencias)
- Espinacas
- Ajo
- Pollo
- Cerveza
- Especias (orégano, mejorana, nuez moscada)
- Tomates maduros
- Albahaca
- Queso
- Aceite y sal



Elaboración:
Las placas de lasaña se cuecen como pone en el paquete y como en cada uno ponía una cosa las tuve que cocer por separado. Dos de las susodichas eran de espinacas y precocidas, de esas que no hace falta hervir, pero después de dos sonoros fracasos en ocasiones pasadas, donde después de haber salido del horno la pasta estaba dura como una regañá, ayer decidí que las escaldaba un poco.

Para el relleno, se ponen a freír en un chorro de aceite de oliva, un par de ajos (hay que pelarlos que ayer se me olvidó, y ese fue mi pequeño fracaso), pollo troceado, orégano y mejorana. El pollo era parte de una pechuga abandonada a su suerte en el congelador desde hace no sé cuánto y trozos recuperados de un muslo que previamente había bailado en caldo para darle saborcete a una sopa. Cuando la pechuga se hace un poco se añade un chorrito de cerveza. El típico culo que queda de la litrona, porque en casa la cerveza va por litros y a veces cuesta apurarla. Lo recomiendo fervientemente, cuando queden restos de cerveza, no la tiréis que a la carne o a las verduras les va de maravilla. Cuando se evapora el líquido queda una salsa espesa, entonces echamos las espinacas. Eran de bote, así que ya estaban cocidas, pero podían ser frescas igual. Ahora se aliña con nuez moscada, sal y un poco de mantequilla. Cuando la mezcla haya perdido el agua de las espinacas retiramos del fuego.

Por otro lado, batimos unos cuantos tomates maduros con un puñado de albahaca y sal, probando para no pasarnos con el cloruro sódico (esto es para el doctor quimicefa). Si no tenemos albahaca ni tomates... a lo mejor encontramos por ahí un bote de tomate frito de esos del Tesco o Metadona, que también van muy bien. Con un poco de suerte la Loca de la Baguette ha hecho salsa de tomate casera (suprema) y tenemos un bote sonriente en la nevera.

Mientras el horno se precalienta a 180ºC montamos la lasaña. En una fuente se echa un poco de la salsa de tomate, sólo para cubrir el fondo. Encima una capa de pasta intentando cubrir todos los huecos. Mi fuente es ovalada y tengo que hacer recortables con la pasta, muy creativo. Encima una capa de relleno de espinacas y pollo. Encima otra capa de pasta... Encima otra capa de relleno... Encima otra de pasta (¿quién no ha hecho esto alguna vez?). Echamos el resto de la salsa de tomate por encima cubriendo cada centímetro de pasta (esto no hay que cumplirlo a rajatabla). Por último espolvoreamos con queso parmesano rayado. Yo tenía también un resto de queso de bola que estaba pidiendo clemencia así que cayó también a la fuente y el queso de bola queda estupendo gratinado. Se mete todo en el horno y se deja hasta que se dore el queso. Después todo consiste en comer sin mucha ansia pues sale bien caliente.

1 comentario:

Neikos dijo...

Oh! Qué estupendísimo! Me ha encantado lo de no tirar nada y ya le digo que comparto su opinión!

Lo del cloruro sódico tiene su cosa, que el otro día les pedí sal a mis compañeros de piso y me trajeron una sal baja en sal. Sal light. Vaya chorrada pensé yo, en Gran Britania tenía que ser. Luego lo miré y resulta que tenía mitad de cloruro sódico, mitad de cloruro potásico, pero a la hora de la verdad no sala igual. Pues eso, sal baja en sal.

La lasaña me parece estupenda, más cuando viene de restos. Y por cierto, mi versión se ha modificado y le he puesto cosas del Yeimi, ya lo pondré por aquí siguiendo su recomendación del pasaló. Vaya, como los del PP!