miércoles, 26 de noviembre de 2008

bares sin mala follá

Saltándome por todo lo alto el motivo por el cual no publicamos más a menudo en el blog, pasaré directamente a tema que hoy me ocupa.

Tengo al eje del mal -o del bien, según se mire- alojado en mi mente y ratos libres desde hace un par de días. La Pícara y Susa están que lo dan todo por los bares de Granada y su provincia, y yo me he unido a ellas encantada, formando un trío arbitral que ya quisieran muchos partidos de match y su puta madre. Cada día nos hemos hecho acompañar de un buen mozo -siempre diferente- para que fuera testigo de nuestras andanzas y descubrimientos.

El tema en sí, y que habrán adivinado con el título de post, es que después de dos días de disfrutar de gente majísima detrás de una barra hemos llegado a la conclusión de que hay que huir de los bares donde te tratan mal. En una ciudad con tanta variedad, entrar en una taberna donde abunda la mala follá ya no está justificado. Así que inauguramos una sección (nos encanta inaugurar secciones que luego sólo tienen un par de entradas) que paralelamente a la de cañas a 1'50€ evaluará los bares en los que te tratan de maravilla.

Buena suerte la nuestra, que ayer terminamos en las termas de Alhama -para no faltar a la tradición de las visitas pícaras- acompañadas por un Manu que en principio tenía que currar hasta las mil, pero que cuando intuyó la presencia cercana del Tiger dejó todos los experimentos para otro día. El Tigre y su camarero son un lujo. Ya lo dije ayer, para mí ir a Alhama es un 50% termas, un 50% Tigretón. Las tapas están muy ricas pero si te las venden con esa gracia te comes hasta la concha de las almejas. Unas "setitas de mi Alhama", unas "delicias de la casa" que están deliciosas, "un tomatito de presentación" que es una pedazo de ensaladaca. Todo a muy buen precio, oye. Menos mal que nos fuimos a tiempo y no nos enganchó el cliente de última hora, un tocayo de nuestro conductor que nos quería invitar a todo y más, con tal de que le diéramos compañía y conversación.

El día anterior, y esta vez acompañadas de otro barbudo, conocimos a Fran, personaje de la plaza de Trinidad que lleva mogollón de años repartiendo buenas tapas -y nosotras sin saberlo- en el bar Soria. Todo un museo del buen comer y de la buena gente. Una suerte probar alguna de sus tres salsas. Una suerte que se acabara el barril y nos pusiera quintos de Mahou. Una suerte quedarse hasta el final y que nos contase sus cositas. En mi familia por parte de madre hay una tradición a la que no nos gusta faltar y es que nos cuesta mucho irnos los primeros a dormir cuando estamos de alterne. Mi tío Pepe lo defiende fervientemente diciendo que "a última hora siempre pasa lo mejor". Cuánta razón tiene...

2 comentarios:

Gonso dijo...

Viva el Tigre! Despues de la bajada de tensión de una tarde de termas es el mejor reconstituyente.

Neikos dijo...

Fíjese, yo aquí en Edimburgo voy buscando bares con mala follá. Más que nada porque me recuerdan a Granada... qué recuerdos...