viernes, 28 de noviembre de 2008

cous cous con restos

Ayer tuve la suerte que tener al hombre más guapo del mundo cerca de mis sartenes. Este individuo, a parte de ser una persona de gran belleza exterior, tiene una mano en la cocina que ya la quisieran muchos de los que cobran por darnos de comer. Aprovechando que venía fatigadillo de cinco horas de bus le dí un mamporrazo con el mortero en la cabeza, te puse un delantal y lo encerré en el armario hasta que me prometió que hoy haría lasaña. También me dio unos consejillos útiles para la cena de anoche y le dio el toque secreto al plato de cous cous. El cous cous no lo hago casi nunca, pero habíendo restos es un valor seguro.






Ingredientes:
- Cous cous
- Cebolla o cebolleta
- Pasas
- Puerro
- Zanahoria
- Calabacín
- Col
- Caldo de verduras o pollo, o pastilla o polvos mágicos...
- Restos (pechuga de pollo en salsa de almendras)
- Curry
- Aceitunas negras


Elaboración:
Se pican todas las verduras y se pochan en un poco de aceite, sin que lleguen a quemarse. Por otro lado se calienta el caldo o se prepara con los polvos, pastillas... La pechuga de pollo con salsa de almendras es una receta de la Loca y si ella quiere, que la cuelgue porque está buenísima. Hizo el otro día para invitar a todo Cuesta Marañas, así que antes de tener que ingresarla por sobredosis le hemos dado un nuevo uso. Cortamos los trozos de pechuga y con toda la salsa los añadimos a las verduras.

Cuando tengamos esto preparado, le echamos un vaso de cous-cous y después de remover un poco, la misma cantidad de caldo, o sea un vaso. Las pasas las eché en el caldo caliente para que se remojaran un poco, así que cayeron con todo. Se le da dos meneos buenos y se deja reposar tapado durante cinco minutos.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

bares sin mala follá

Saltándome por todo lo alto el motivo por el cual no publicamos más a menudo en el blog, pasaré directamente a tema que hoy me ocupa.

Tengo al eje del mal -o del bien, según se mire- alojado en mi mente y ratos libres desde hace un par de días. La Pícara y Susa están que lo dan todo por los bares de Granada y su provincia, y yo me he unido a ellas encantada, formando un trío arbitral que ya quisieran muchos partidos de match y su puta madre. Cada día nos hemos hecho acompañar de un buen mozo -siempre diferente- para que fuera testigo de nuestras andanzas y descubrimientos.

El tema en sí, y que habrán adivinado con el título de post, es que después de dos días de disfrutar de gente majísima detrás de una barra hemos llegado a la conclusión de que hay que huir de los bares donde te tratan mal. En una ciudad con tanta variedad, entrar en una taberna donde abunda la mala follá ya no está justificado. Así que inauguramos una sección (nos encanta inaugurar secciones que luego sólo tienen un par de entradas) que paralelamente a la de cañas a 1'50€ evaluará los bares en los que te tratan de maravilla.

Buena suerte la nuestra, que ayer terminamos en las termas de Alhama -para no faltar a la tradición de las visitas pícaras- acompañadas por un Manu que en principio tenía que currar hasta las mil, pero que cuando intuyó la presencia cercana del Tiger dejó todos los experimentos para otro día. El Tigre y su camarero son un lujo. Ya lo dije ayer, para mí ir a Alhama es un 50% termas, un 50% Tigretón. Las tapas están muy ricas pero si te las venden con esa gracia te comes hasta la concha de las almejas. Unas "setitas de mi Alhama", unas "delicias de la casa" que están deliciosas, "un tomatito de presentación" que es una pedazo de ensaladaca. Todo a muy buen precio, oye. Menos mal que nos fuimos a tiempo y no nos enganchó el cliente de última hora, un tocayo de nuestro conductor que nos quería invitar a todo y más, con tal de que le diéramos compañía y conversación.

El día anterior, y esta vez acompañadas de otro barbudo, conocimos a Fran, personaje de la plaza de Trinidad que lleva mogollón de años repartiendo buenas tapas -y nosotras sin saberlo- en el bar Soria. Todo un museo del buen comer y de la buena gente. Una suerte probar alguna de sus tres salsas. Una suerte que se acabara el barril y nos pusiera quintos de Mahou. Una suerte quedarse hasta el final y que nos contase sus cositas. En mi familia por parte de madre hay una tradición a la que no nos gusta faltar y es que nos cuesta mucho irnos los primeros a dormir cuando estamos de alterne. Mi tío Pepe lo defiende fervientemente diciendo que "a última hora siempre pasa lo mejor". Cuánta razón tiene...

martes, 11 de noviembre de 2008

Cocina Internacional

Como sé que Rotulador me va a echar la bronca por no escribir por estos lares aprovecho con una noticia bomba: nos hemos echo internacionales. A partir de ahora hay un nuevo icono ahí a la izquierda que permite la traducción simultánea de toda gilipollez que pongamos por aquí. No sé cuanto pagan al hombre que hace las traducciones, pero ya os digo que para la velocidad a la que traduce hay pocas quejas. Vaya, mañana mismo le quitan el trabajo a la Pícara.

Eso sí, habrá que ver como se le da el From lost to the river...

lunes, 10 de noviembre de 2008

lasaña con restos

Creo que ya lo he dicho por aquí pero lo repito "por si acas". A mi, lo de aprovechar los alimentos que están a punto de morir en la nevera es una cosa que me da mucha alegría y me deja un buen humor para el resto del día que a algunos les parece sorprendente. Los restos son una cosa que siempre hacen bulto en la nevera o en los armarios de la cocina y que parece que estás guardando para nada. Nada, nada. Nada más lejos de la realidad. Muchas veces te salvan la vida, la vida gastronómica. Ese paquete de arroz al que no le queda ni un puñado para alegrar unas lentejas; ese culín de sopa que te entona en una fría madrugada; ese pimiento morrón abandonado en una lata en el frigo que colorea una triste tortilla francesa. Hay gente (algunos de mi familia) que no soportan los restos pero a mí me encantan. Además hay una máxima en mi cocina (qué eufemismo, lo de la cocina) que me gusta cumplir a rajatabla: LA COMIDA NO SE TIRA. Con la comida siempre se puede hacer un apaño, lo último es tirarla.

Ayer se me ocurrió hacer lasaña, que hacía mucho tiempo que no cocinaba. Más que nada porque en verano le tengo alergia al horno, pues aunque sea pequeñico desprende unas calorías que hasta se quejan los armarios, y en verano ya sudamos bastante. Así que lo tenía abandonado desde hace meses. Después de imaginarme la lasaña gratinada saliendo del horno -mientras mis jugos gástricos saltaban de alegría- me di cuenta de que sólo me quedaban dos placas por un lado y cuatro por otro, cada una de su padre y de su madre, y dos invitados en camino para comer. Sin embargo siempre hay sitio para el ingenio en esta minicocina y al final me salió un plato muy apañao. Que se lo pregunten a los dos barbudos fatigados que se la metieron entre pecho y espalda.


Ingredientes:
- Placas de lasaña (de distintos colores y procedencias)
- Espinacas
- Ajo
- Pollo
- Cerveza
- Especias (orégano, mejorana, nuez moscada)
- Tomates maduros
- Albahaca
- Queso
- Aceite y sal



Elaboración:
Las placas de lasaña se cuecen como pone en el paquete y como en cada uno ponía una cosa las tuve que cocer por separado. Dos de las susodichas eran de espinacas y precocidas, de esas que no hace falta hervir, pero después de dos sonoros fracasos en ocasiones pasadas, donde después de haber salido del horno la pasta estaba dura como una regañá, ayer decidí que las escaldaba un poco.

Para el relleno, se ponen a freír en un chorro de aceite de oliva, un par de ajos (hay que pelarlos que ayer se me olvidó, y ese fue mi pequeño fracaso), pollo troceado, orégano y mejorana. El pollo era parte de una pechuga abandonada a su suerte en el congelador desde hace no sé cuánto y trozos recuperados de un muslo que previamente había bailado en caldo para darle saborcete a una sopa. Cuando la pechuga se hace un poco se añade un chorrito de cerveza. El típico culo que queda de la litrona, porque en casa la cerveza va por litros y a veces cuesta apurarla. Lo recomiendo fervientemente, cuando queden restos de cerveza, no la tiréis que a la carne o a las verduras les va de maravilla. Cuando se evapora el líquido queda una salsa espesa, entonces echamos las espinacas. Eran de bote, así que ya estaban cocidas, pero podían ser frescas igual. Ahora se aliña con nuez moscada, sal y un poco de mantequilla. Cuando la mezcla haya perdido el agua de las espinacas retiramos del fuego.

Por otro lado, batimos unos cuantos tomates maduros con un puñado de albahaca y sal, probando para no pasarnos con el cloruro sódico (esto es para el doctor quimicefa). Si no tenemos albahaca ni tomates... a lo mejor encontramos por ahí un bote de tomate frito de esos del Tesco o Metadona, que también van muy bien. Con un poco de suerte la Loca de la Baguette ha hecho salsa de tomate casera (suprema) y tenemos un bote sonriente en la nevera.

Mientras el horno se precalienta a 180ºC montamos la lasaña. En una fuente se echa un poco de la salsa de tomate, sólo para cubrir el fondo. Encima una capa de pasta intentando cubrir todos los huecos. Mi fuente es ovalada y tengo que hacer recortables con la pasta, muy creativo. Encima una capa de relleno de espinacas y pollo. Encima otra capa de pasta... Encima otra capa de relleno... Encima otra de pasta (¿quién no ha hecho esto alguna vez?). Echamos el resto de la salsa de tomate por encima cubriendo cada centímetro de pasta (esto no hay que cumplirlo a rajatabla). Por último espolvoreamos con queso parmesano rayado. Yo tenía también un resto de queso de bola que estaba pidiendo clemencia así que cayó también a la fuente y el queso de bola queda estupendo gratinado. Se mete todo en el horno y se deja hasta que se dore el queso. Después todo consiste en comer sin mucha ansia pues sale bien caliente.

lunes, 3 de noviembre de 2008

los japos en granada

Resulta que se ha liado una polémica en internet sobre los auténticos bares-restaurantes japoneses de Granada. Hay una página que se llama salir o algo así donde puedes dejar tu opinión sobre los lugares para salir de tu ciudad. Parece ser que el Wok, Yamato y Kirin son todos del mismo dueño que es un chino que se hace pasar por japonés y como aquí no entendemos, pues nos la meten doblada. Me imagino a los cocineros de estos restaurantes disfrazandose de japos todas las mañanas para ir a trabajar. Yo me cruzo muchas mañanas con la señora mayor que regenta el Yamato y desde que me enteré de que es china "le pongo una miradita y hago un ruidito" para que sepa que la he descubierto. También se disfraza de japo el dueño del Ichiban, otro bar de tapas, ya que según cuentan en la red, su familia tiene un chino tipo "tienda de los chinos" en la zona centro. Así que también le han descubierto...

Luego está el cocinero del Potemkin, que sí es japonés auténtico pero vaya... algo malo tenían que tener... Resulta que éstos preparan la comida en casa y luego la llevan en tupper y claro, como venga sanidad y toda la hostia pues les van a meter un paquete... (al Cebollas no). Y después está el auténtico y único japo de granada, el WakameSushiBar, que es único que tiene un cocinero con nombre y apellidos japoneses de verdad, de la escuela no-sé-como de Tokio. De éste hay un seguidor en internet que se come a quien le discuta que no es el mejor bar japo de Graná. Por último, ahora han abierto otro bar de tapas cerca de la estación de tren, el Made in Tokyo, que lo llevan una pareja mixta de japo-granaíno, certificados.

Este culebrón (y otros más, porque cada bar tiene su pequeña polémica) se puede seguir por internet. Además se dan lecciones sobre cuánto wasabi hay que ponerle a makisushi y cómo se escriben correctamente los nombres de los diferentes alimentos...